El 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, evento que surgió en Austria en 1998, durante la Primera Conferencia Internacional de la Eficiencia Energética, y que pone en valor la necesidad de reducir el consumo energético en todo el mundo, haciendo un uso razonable y sostenible de la energía.
Yolanda Coello
¿Cómo mejorar la eficiencia energética de los colegios?
En este post nos queremos focalizar en los centros educativos, que, sin duda, han cobrado un gran protagonismo este año, por ser uno de los lugares en los que nuestros hijos pasan mucho tiempo. Durante esta época del año, en la que las temperaturas son más bajas y las ventanas están abiertas de forma continua, muchos colegios generan un gasto mayor de calefacción, lo que se traduce en un mayor gasto energético y económico.
¿Cómo remediar esta situación? Se pueden ejecutar numerosas modificaciones en los sistemas activos y pasivos de las escuelas para optimizar su eficiencia energética, pero una de las medidas más fáciles y rentables de amortizar es, sin duda, actuar directamente sobre la envolvente del edificio, ya sea abriendo huecos en la cubierta, sustituyendo las ventanas antiguas (que suelen ser poco herméticas y no aíslan ni térmica ni acústicamente) o instalando sistemas de control solar (para evitar los sobrecalentamientos y deslumbramientos, sobre todo en verano).
Para nosotros la medida más interesante es la apertura de huecos, ya sea en cubierta plana o inclinada, porque permite aprovechar al máximo la radiación solar para calentar las aulas de forma gratuita en invierno, conseguir una mayor entrada de luz natural en las clases y preservar la calidad del aire, todo ello sin afectar al confort y bienestar del alumnado.
Al contrario, numerosos estudios demuestran que un aula con mejores condiciones de luz natural mejora la productividad de los estudiantes en un 15% y la capacidad de aprendizaje, resolución de tareas y retención de la información en un 17%. Además, gracias al efecto chimenea que posibilitan las ventanas de tejado, se consigue una calidad de aire óptima en poco tiempo, con lo cual se producen muy pocas pérdidas de temperatura. En este sentido, lo ideal es instalar sistemas de climatización inteligentes que detectan cuando los niveles de CO2 no son adecuados y abren y cierran las ventanas y sus accesorios de forma proactiva hasta conseguir siempre la concentración adecuada (por debajo de las 1.000 ppm).
Así, además de un ahorro económico, abrir huecos en la cubierta conseguirá que los centros sean más eficientes, mejoren la calidad del aire y la cantidad y distribución de luz en las aulas, al tiempo que crean una conexión directa con el exterior. En definitiva, las ventanas de tejado contribuyen a generar un entorno idóneo para mejorar el aprendizaje y confort de los alumnos.